Con Zelenski, pero sin grandes líderes, la ONU celebra su 'semana grande' en crisis
«La gente está mirando a sus líderes para encontrar una salida a este caos», ha dicho el secretario general de la ONU, Antonio Guterres
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El año pasado, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres lanzaba graves advertencias a la comunidad internacional en el inicio de la Asamblea General de la organización internacional: «Nuestro mundo está en gran peligro», «las divisiones se profundizan, las desigualdades se ensanchan, los desafíos se extienden», «un invierno de descontento global está en el horizonte», «la confianza se hace añicos», «el planeta se quema», «la gente sufre», «estamos bloqueados en una disfunción global colosal», «las crisis amenazan el futuro de la humanidad y el destino de nuestro planeta»…
Este martes, Guterres volverá a subirse al podio de mármol verde en la sede de la ONU en Nueva York, en la inauguración del gran cónclave anual de la comunidad internacional, y se reafirmará, incluso con tono más grave, en esas advertencias. «Nos encontraremos en un momento en el que la humildad se enfrenta a enormes desafíos, desde el empeoramiento de la emergencia climática a la escalda de conflictos, la crisis global sobre el coste de la vida, las crecientes desigualdades y las dramáticas perturbaciones tecnológicas», dijo la semana pasada Guterres a la prensa. «La gente está mirando a sus líderes para encontrar una salida a este caos».
Muchos de esos líderes, al menos algunos de los más significativos, ni siquiera estarán en Nueva York para atender esos asuntos sobre los que alerta Guterres. De los cinco países con derecho a veto en el Consejo de Seguridad, el organismo con más poder de la ONU, cuatro han optado por no venir. No sorprende la ausencia del presidente de Rusia, Vladimir Putin, que podría arriesgarse a una detención en el trayecto, ni de Xi Jinping, su homólogo chino. Ambos tampoco estuvieron en la Asamblea General del año pasado. Sí era más inesperado que el francés Emmanuel Macron y el británico Rishi Sunak, dos países que suelen apelar al multilateralismo y a la diplomacia, tampoco hayan decidido presentarse. Del grupo de cinco, solo Joe Biden, presidente del país anfitrión, EE.UU., estará en Nueva York.
Esas ausencias son una mala señal para una ONU cada vez más cuestionada y que participa de ese bloqueo, de esa 'disfunción global colosal» de la que hablaba Guterres. La inoperancia de la organización internacional ante la invasión de Ucrania por parte de Rusia, condenada por Guterres y por la Asamblea, pero con cualquier decisión bloqueada por el derecho de veto de Rusia, han reincidido en esa idea. Ocurre lo mismo con la lentitud en su respuesta a crisis humanitarias y en su incapacidad de atajar o mediar crisis como la reciente serie de golpes de estado en África.
Pese a las proclamas de Biden de que, con su Gobierno, el «multilateralismo ha vuelto», la realidad es que el panorama internacional avanza hacia bloques fragmentados, con una ONU cada vez más marginada. La diplomacia y las decisiones se desplazan hacia las reuniones del G-7 o el G-20, en el caso de las grandes potencias industrializadas, o del grupo de lo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), ampliado ahora con seis nuevos países. Esos foros dan mayor sensación de eficacia que la ONU, un elefante burocrático donde las discusiones sobre reforma de sus instituciones o de sus finanzas se eternizan.
Guterres admite que esa fragmentación en las relaciones exteriores es una realidad y que la división es una amenaza a la ONU, pero trató de dar ante los periodistas una idea de cierto optimismo. «Tenemos síntomas, pero no es una situación irreversible», dijo. «Estamos sin duda a tiempo de evitarlo. Pero vemos que hay aspectos en los que crece el riesgo de división».
Pese a las ausencias y a las dudas sobre el futuro de la ONU, Nueva York vuelve a ser esta semana el caos habitual cuando se celebra la Asamblea General. Las comitivas de los mandatarios de todo el mundo y sus limusinas provocan embotellamientos desesperantes para los neoyorquinos, la policía acordona varios bloques alrededor de la sede a orillas del East River y esa zona del Midtown de Manhattan se convierte en un lugar histérico, un lío de autoridades, asistentes y equipos de seguridad que es mejor evitar.
La gran atracción de este año será la presencia de Volodimir Zelenski, el presidente de Ucrania, por primera vez en persona desde el comienzo de la guerra. Zelenski pronunciará un discurso este martes, el día grande, ante la Asamblea General y participará el miércoles en un debate abierto sobre la guerra en el Consejo de Seguridad. Allí estará también el ministro de Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, aunque es posible que ambos eviten estar en la sala al mismo tiempo.
El protagonismo de Zelenski será mal recibido por el llamado 'sur global', los países en vías de desarrollo que incrementan sus exigencias de cooperación al mundo desarrollado y en los que hay un creciente malestar por la atención que presta a la guerra en Ucrania en comparación a las crisis con las que ellos conviven.
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